lunes, 7 de marzo de 2011

Un Cuento Onírico I


-¿Y donde bajarás?-

- Cerca...

Pasaron unos minutos hasta que pude vislumbrar el puente...

Adiós!

¡Nos vemos hermano!

Nos despedimos estrechándonos las manos. Me acerqué a la ventana y el frio me dio en el rostro, mi nariz aspiraba suavemente la brisa helada de la mañana. Bajé y cuando me encontré en el andén, tuve que esquivar a una muchedumbre que, con boleto en mano, se apresuraba a entrar al tren. Los esquivé sin prestarles mucha atención, pues mi mente estaba en la búsqueda del puente, no conocía muy bien esa parte de la ciudad. De hecho esa parte de la ciudad no existía. Encontré el puente, pero mucho más lejos de lo que imaginaba, distinguí su color amarillo brillante, más brillante aún al reflejo del sol. Me sentía extraviado, avancé rápidamente y cuando hube avanzado unos metros, me invadió un presentimiento extraño, giré la cabeza hacia el andén...ya no había nade ahí.
Era un paradero vacio de gente, solo unos envoltorios de galletas se movían al compas de una briza solitaria. Las fachadas de las casas eran borrosas, como vistas a través del agua. ¿Es que todos habían subido al tren?.

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